El movimiento indígena


Los movimientos indígenas surgidos en el siglo XX le han conferido un significado distinto a las palabras indio e indígena. En el contexto de estos movimientos, particularmente luego de la Declaración de Barbados I: Por la liberación del indígena de 1971 y de la Declaración de Barbados II de 1977, estas formas de autodenominarse comenzaron a expresar una actitud política que les confiere una identidad más allá de sus respectivas ciudadanías étnicas ("como indios nos conquistaron, como indios nos liberaremos"). Incluso grupos no americanos se consideran también "indígenas", como el caso de los grupos lapones del norte de Europa, quienes se consideran incluidos en la idea de "naciones sin territorio" que campea en la noción «indígenas». El identificarse con un nombre antes considerado discriminatorio es, como se mencionó, una actitud política, una actitud ante el poder que le da unidad a un movimiento conformado por una gran diversidad de grupos étnicos que han reinvindicado desde el respeto a sus derechos culturales hasta la autonomía política, pasando por un nuevo concepto a la dignidad del concepto cultural y étnico de lo Indigena en America Latina

Aunque en términos generales en Europa no se entiende que las etnias europeas más antiguas sean indígenas, en sentido estricto, algunos pueblos europeos, como los lapones, han reclamado para sí su condición de indígenas, y exigido a las autoridades de las naciones europeas el respeto hacia sus derechos y autonomía.

El término «indio»


Dentro del conjunto general de pueblos indígenas del mundo, y en ausencia de otras referencias específicas, se entiende que el uso del vocablo «indígena» se refiere por antonomasia a las poblaciones de América que son continuidad de pueblos autóctonos que, desde grupos cazadores-recolectores amazónicos hasta altas culturas andinas o mesoamericanas con organización estatal, ya estaban presentes en el continente antes de la colonización europea iniciada el 12 de octubre de 1492.

En este uso, los términos "amerindio" y, en menor medida, "indígena" han venido a reemplazar al antiguo y ambiguo término indio. Véase una mínima discusión de este asunto entrando en dicho término.

Los europeos llamaron indios a los nativos de las islas del Mar Caribe debido a que, desde los viajes de Cristóbal Colón, creían que éste había llegado a la India, en Asia, generando un equívoco que perduró en el tiempo y que, posteriormente, daría lugar a que los territorios americanos fueran conocidos inicialmente como las Indias por los españoles recién llegados allí. Los ingleses denominaron "West Indies" (Indias Occidentales) sólo a las islas del Caribe que colonizaron (no así a sus colonias en tierra firme del continente americanos). Tuvieron que anteponer lo de "West" para distinguirlas de las otras colonias que tenían en la verdadera India asiática y aún más al este, a cuyos territorios lógicamente denominaron "East Indies" (Indias Orientales). En general, los habitantes autóctonos de las tierras al oeste del Atlántico fueron en adelante conocidos en español como indios, aunque actualmente suelen preferirse términos como "amerindios" u otros; y en inglés el término "indians" también cede en preferencia frente a otros asimismo más eufemísticos y menos ambiguos, como por ejemplo "Native Americans" en los Estados Unidos de América.

Tensión contra la Confederación


Uno de los exiliados en el Perú tras la victoria conservadora en Chile fue el ex Director Supremo, el Capitán General Ramón Freire. En circunstancias extrañas para la época, Freire consiguió adquirir por intermedio de terceros el arriendo de dos buques de guerra confederados, al parecer contando al mismo tiempo con el apoyo tácito de Luis Orbegozo y Andrés de Santa Cruz. Si bien el único propósito que Freire tendría con esos buques era derrocar al gobierno dictatorial de Prieto; existen pruebas contradictorias acerca de la responsablidad y conocimiento de Orbegozo y Santa Cruz. Mientras diversos historiadores argumentan que ambos desconocían de la situación, otros cuestionan esto., tomando como prueba de culpabilidad una de las muchas cartas que Orbegozo escribió a Santa Cruz.

Guerra contra la Confederación Perú-Boliviana


La Guerra contra la Confederación Perú-Boliviana es el nombre que recibe el enfrentamiento bélico desatado entre 1836 y 1839 entre la Confederación Perú-Boliviana (Estado Sur peruano y Bolivia), contra el Ejército Unido Restaurador del Perú (conformado por el Estado Nor-peruano, la Confederación Argentina y Chile).

En los inicios de la Confederación, fuerzas peruanas al mando de Felipe Santiago Salaverry se enfrentaron a las fuerzas confederadas, durante la Guerra entre Salaverry y Santa Cruz que terminó con el fusilamiento de Salaverry.

La guerra disputada principalmente en los territorios del actual Perú terminó con la victoria de las tropas restauradoras y determinó la disolución de la Confederación.

Patrimonio Cultural y Turístico


En 2000 el Gobierno Nacional declaró a San Miguel de Tucumán Ciudad Histórica tanto por su rol en la historia argentina como por el patrimonio arquitectónico y urbanístico. Gran parte de sus calles se encuentran exornadas con árboles floridos tales como el tarco, el lapacho, el naranjo, la tipa.

En lo arquitectónico se destacan la Casa de Gobierno, edificada a fines de siglo XIX en un moderado estilo Art Nouveau, la antigua Catedral que preserva algunos elementos coloniales y aportes de la arquitectura italiana de siglo XIX, la iglesia de San Francisco (ambos templos declarados Monumentos Históricos), la iglesia y convento de Santo Domingo, la antigua iglesia de Nuestra Señora de La Merced (donde se encuentra una antigua estatuilla de la llamada "Virgen Generala, nuestra Señora de las Mercedes"), el Museo Histórico provincial, el Museo de Bellas Artes, la Casa Padilla, el museo Iramain, el Instituto Lillo con interesantes colecciones botánicas, algunos hoteles de fines de siglo XIX e inicios del XX.

También merecen especial atención la Casa de la Independencia, con esculturas de Lola Mora, el Teatro San Martín (Teatro lírico municipal, cuyo edificio es de interesante arquitectura con elementos neoclásicos de fines de s XIX) La casa natal de Nicolás Avellaneda, el Campo de las Carreras (Sitio en el cual se libró la batalla de Tucumán, actualmente transformado en un parque histórico) El Museo Arqueológico, el Museo Folclórico, la Plaza Independencia (Antigua Plaza Mayor arbolada y adornada con la escultura de la independencia realizada por Lola Mora) el Mercado artesanal, el Teatro Juan Bautista Alberdi, la Casa de la Cultura "Escultora Lola Mora", el Museo Provincial de Bellas Artes Timoteo Navarro, el Museo Folclórico General Belgrano, el Museo de Arte Sacro, el antiguo "Café de la Plaza", antiguas parroquias y establecimientos educativos, antiguos ingenios azucareros como el Amalia, antiguos edificios de la Cervecería del Norte, mansiones estilo Art Nouveau y Art Deco en los barrios elegantes de las periferias, etc.

En cuanto a espacios verdes es de destacar el Parque 9 de Julio, ubicado al este de la ciudad, diseñado en estilo francés por Carlos Thays, densamente forestado y adornado con parterres, y copias de esculturas de la antigüedad clásica, traídas desde Europa durante la Belle Époque. En el mismo parque, el caserón colonial construido a fines del siglo XVII que perteneciera al obispo Colombres (prelado que en 1821 ensayó por primera vez la producción de azúcar).

Pueblos indígenas de América Latina


Son la población originaria del continente. Dada su enorme diversidad, se les suele agrupar en “familias” de pueblos, que comparten una ubicación geográfica, algunos rasgos culturales y, en ciertos casos, una lengua y una historia comunes. Éste es el caso de los pueblos andinos, mayas y caribes.

Históricamente, los pueblos indígenas de América han sido objeto de discriminación y racismo (discriminación en lengua, en condiciones laborales y salariales, discriminación sexual), situaciones que se han reflejado en matanzas, en la existencia de un trabajo servil y otras muchas formas de injusticia (sobre todo la permanencia de las condiciones de pobreza).

Hoy en día se ha retomado el problema indígena. Numerosos movimientos y organizaciones indígenas se han movilizado para alcanzar el reconocimiento de sus culturas, por ejemplo la educación intercultural y el derecho a la tierra. Es el caso del movimiento zapatista y del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN).

La definición de la lengua indígena como dialecto es un prejuicio, una forma de discriminación que considera, erróneamente, que lenguas como el náhuatl o el otomí, por dar sólo dos de los miles de ejemplos que existen, son formas de comunicarse menos complejas y menos desarrolladas que el español o el inglés o el francés: la lengua indígena es tan compleja y tan rica como cualquier otra lengua del mundo, y dialecto se define, en cambio, como toda aquella variante regional (local) de una misma lengua estándar (sea ésta indígena o no). Por ejemplo, el náhuatl, como lengua estándar, presenta muchas variantes dialectales (muchos dialectos): existe el náhuatl mexicano, el náhuatl guatemalteco y, dentro del propio México, existen el náhuatl del Estado de México (mexiquense) y el que se habla en el estado de Hidalgo, el que se habla en el Puebla, etcétera. El advenimiento de la independencia no contribuyó a cambiar esta situación; muy por el contrario, en muchos casos la agudizó.

Indígena


Indígena es un término que, en sentido amplio, se aplica a todo aquello que es relativo a una población originaria del territorio que habita, cuyo establecimiento en el mismo precede al de otros pueblos o cuya presencia es lo suficientemente prolongada y estable como para tenerla por oriunda (es decir, originario de un lugar ). Con el mismo sentido se utiliza, con mayor frecuencia, el término equivalente nativo, presente en expresiones como "idioma nativo". También es habitual utilizar términos como pueblos originarios, naciones nativas o aborígenes.

En sentido estricto y más habitualmente, se aplica la denominación indígenas a las etnias que preservan las culturas tradicionales no europeas. Con este alcance, se denomina indígenas a los grupos humanos que presentan características tales como:

* pertenecer a tradiciones organizativas anteriores a la aparición del estado moderno,
* pertenecer a culturas que sobrevivieron la expansión planetaria de la civilización europea.

Los indígenas frecuentemente constituyen una minoría (aunque en algunos casos son mayoría), dentro de estados nacionales de corte europeo, organizados según pautas culturales, religiosas, políticas, económicas, raciales, etc., propias de un entorno mayoritariamente europeizado. De este modo, en el sentido más restringido y utilizado del término, «lo indígena» hace referencia a un remanente pre-europeo que representa en sí mismo una antítesis de la cultura europea.

Siguiendo este uso, no es infrecuente hablar de pueblos indígenas en distintas partes del mundo. Por ejemplo, suele considerarse que los maoríes son un pueblo indígena de Nueva Zelanda. También puede hablarse de indígenas en Borneo, en África y en otros lugares.

Juan Manuel de Rosas


Juan Manuel de Rosas (nacido Juan Manuel José Domingo Ortiz de Rozas y López de Osornio en Buenos Aires, 30 de marzo de 1793 - Southampton, Hampshire, 14 de marzo de 1877) fue un militar y político argentino, gobernador de Buenos Aires.

En 1829, tras derrotar al general Juan Lavalle, accedió al gobierno de la provincia de Buenos Aires. Durante veinticuatro años procuró ejercer mando absoluto, y logró constituirse en el principal dirigente de la denominada Confederación Argentina (1835-1852).

Primer gobierno de Rosas (1829-1832)


El primer gobierno de Rosas como gobernador de Buenos Aires tuvo lugar de 1829 a 1832. Además de ser gobernador con facultades extraordinarias (es decir que, además de ejercer el poder ejecutivo, podía dictar leyes), tenía el título de Representante de las Relaciones Exteriores del País, es decir que cualquier tratado con otro país, conflicto externo y cualquier acuerdo comercial era decidido y negociado por él.
Primeras medidas

* Uso obligatorio de la divisa punzó para empleados civiles, militares y eclesiásticos.
* Militares y sacerdotes debían tener en sus divisas la frase “federación o muerte”.
* Removió de sus cargos a los funcionarios públicos, militares y eclesiásticos sospechosos de ser unitarios.
* Censuró periódicos no federales.
* Mediante un decreto acusó de rebelión a todos los que participaron de la revolución de Lavalle, castigándolos con detenciones y hasta fusilamientos.
* Firmó el pacto federal en 1831 para iniciar la lucha contra la liga unitaria del Gral. Paz.
* Redujo el gasto público y expandió la actividad ganadera.

Presidencia de Rivadavia (1826-1827)


Rivadavia asumió el gobierno de la Nación por decisión del Congreso General a comienzos de 1826, llevando consigo un proyecto fuertemente centralizador.

La Ley de Capitalización establecía que la ciudad y gran parte de la campaña circundante se convertirían en Capital Federal, lo cual generó la fuerte oposición de los federales porteños. Las Heras cesó en el cargo de gobernador por decreto del Poder Ejecutivo; la Junta de Representantes fue disuelta; se nacionalizó el ejército de la provincia, las tierras públicas, la aduana y todas las propiedades provinciales.

Diferencias ideológicas y económicas separaron al gobierno de Buenos Aires de los gobiernos provinciales y se formó una oposición encabezada por Bustos y Quiroga.

Declaración de la Independencia (1816)


El Congreso de Tucumán, reunido con el objetivo de declarar la independencia, inició sus sesiones el 24 de Marzo de 1816. En él participaron representantes de las provincias que admitían la autoridad del Directorio; es decir, no estaban representadas las de la Liga Federal ni las ocupadas por los realistas.

El Congreso Nacional tomó como primera medida la elección de un Director Supremo capaz de mantener el orden y restaurar la autoridad central. Era importante que este hombre fuera apoyado tanto por el interior como por la capital, para evitar conflictos y divisiones. Finalmente fue elegido Juan Martín de Pueyrredón, hombre aceptado tanto por las provincias como por Buenos Aires.

La consolidación de la unión Nacional fue otro de los objetivos del Congreso, por lo que se dispuso la intervención del ejército en las provincias en que se manifestaban movimientos localistas.

Finalmente, la Declaración de independencia de la Argentina se concretó públicamente en la sesión del 9 de Julio de 1816. El secretario Juan José Paso leyó la proposición y pregunto a los diputados si querían: “Que las provincias de la Unión sean una Nación libre e independiente de los reyes de España y su metrópoli” Los diputados la aprobaron por aclamación y luego individualmente.

Se fijó la fórmula de juramento y se ordenó que en todos los lugares de las Provincias Unidas se procediese a proclamar y jurar la Independencia. Debían hacerlo las autoridades, el ejército, las corporaciones y el pueblo.

La Independencia significó la voluntad de la Nación de asumir su soberanía y conducir sus destinos y fue un paso fundamental para organizar el Estado Nacional.

El día 19 de julio el diputado Pedro Medrano propuso agregar al texto del acta, a continuación de la propuesta de emancipación, “de los reyes de España, sus sucesores y metrópoli”, la expresión “y de toda otra dominación extranjera”. Su propósito era desvirtuar los rumores de un acuerdo con los portugueses para establecer un protectorado lusitano. La propuesta fue aprobada por unanimidad.

El 25 de julio el Congreso decidió la oficialización de la bandera celeste y blanca, en el rango de bandera menor. La bandera mayor, llamada de ceremonias en la actualidad, fue aprobada el 25 de febrero de 1818, incorporándose el sol en el centro de la franja blanca.

Ver También

Directorio de Posadas (1814-1815)


Ante la liberación de Fernando VII y la derrota de la Segunda Campaña al Alto Perú en las batallas de Vilcapugio y Ayohuma se fue acentuando la necesidad de un sistema que obrase con energía y se impusiese a los peligros internos y externos. El Triunvirato solicitó a la Asamblea la concentración del Poder Ejecutivo.

En enero de 1814, la Asamblea dispuso la creación del cargo de Director Supremo, que ejercería el Poder Ejecutivo, duraría dos años en su cargo y sería elegido por la Asamblea. Para ejercer el puesto fue designado Gervasio Antonio de Posadas, quién asumió el 31 de enero de 1814.

Posadas gobernó en circunstancias muy difíciles: la derrota de las fuerzas revolucionarias, la restauración de Fernando VII en el trono y la preparación de una expedición española para recuperar sus colonias. Posadas designó a San Martín jefe del Ejército del Norte en reemplazo de Manuel Belgrano, derrotado en la Segunda Campaña al Alto Perú. Mientras, Martín Miguel de Güemes pudo detener la invasión realista mediante la guerra de guerrillas.

Para evitar el envío de la proyectada expedición española al Río de la Plata era vital tomar el puerto de Montevideo. El Directorio dispuso la creación de una escuadra, que bajo la jefatura de Guillermo Brown logró derrotar a la flota española en El Buceo y bloquear el puerto de Montevideo. Reforzó el Ejército de Operaciones que sitiaba la plaza y lo puso bajo el mando de Alvear; Montevideo capituló en junio de 1814.

Con el objetivo de lograr apoyos externos para la revolución, envió la misión de Belgrano y Rivadavia a Río de Janeiro, Londres y Madrid.

Revolución de Mayo (Mayo de 1810)


El 13 de mayo de 1810 llegó a Buenos Aires una fragata comunicando la noticia de que las tropas de Napoleón Bonaparte habían invadido España y apresado al rey Fernando VII. Cuando estas noticias se conocieron en Buenos Aires desencadenaron el proceso revolucionario: no existían autoridades con derecho en América. Sin embargo, las causas de la revolución son más profundas y provienen de antes en el tiempo. Entre estas podemos encontrar: la debilidad y el desprestigio de la Monarquía; el sistema de funcionarios, que favorecía casi exclusivamente a los españoles peninsulares y la rivalidad entre criollos y peninsulares proveniente de esto; el monopolio económico de España; la muestra de fuerza de los criollos y la evidencia de la debilidad de las autoridades españoles producto de las Invasiones inglesas; y los movimientos ideológicos del Iluminismo y las ideas de la Revolución Francesa.

La causa desencadenante de la revolución fue la invasión de Napoleón a España y la captura del rey Fernando VII.