
Tras la muerte de Berardi, Vespucio se convirtió en su ejecutor testamentario y tomó las riendas de los negocios. Actuando como su albacea pudo disponer de los bienes necesarios para organizar una expedición a las Indias. En efecto, ganó mucho dinero que utilizó en parte para mantener a varios miembros de la familia, caídos en desgracia. En sus labores como banquero y como proveedor de bagajes navieros también había acumulado gran cantidad de contactos de personas de influencia y había complementado sus conocimientos teóricos de navegación con algo más cercano a la práctica. A mediados de 1496 Colón regresó de su segundo viaje. En una reunión con Vespucio, ambos conversaron sobre los nuevos descubrimientos; Américo parece haber sido escéptico sobre las afirmaciones del Almirante, que sostenía haber alcanzado el extremo oriental de Asia. La entrevista incrementó en Vespucio la curiosidad por el enigmático territorio y tuvo entonces la determinación de que, a pesar de su edad (tenía ya 40 años), realizaría un viaje a las tierras para investigarlas por sí mismo. Reunía en efecto muchas condiciones para ser un marino exitoso: las conexiones políticas, la tradición familiar de comerciante y negociador, la inclinación por las matemáticas, el conocimiento geográfico y astronómico.
Realizó una o dos expediciones bajo las órdenes del rey Fernando. Su segundo viaje, entre 1499 y 1500, pudo ser un encargo de la Corona para verificar las afirmaciones de Colón sobre sus hallazgos y está relativamente bien documentado. El primero, entre 1497 y 1498-99, es mucho más dudoso y sus circunstancias son altamente cuestionables